ACCIÓN DE GRACIAS POR EL PAPA FRANCISCO

ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL PAPA FRANCISCO

Parroquia Nuestra Señora del Encuentro




AMBIENTACIÓN

Señor, venimos a orar hoy desde el doble sentimiento que trae la muerte del papa Francisco. Por una parte, la tristeza por la pérdida, tristeza que es parte del amor, de la ausencia. Tristeza al recordar a quien ha podido dejar una gran huella en nuestras vidas. Al tiempo, alegría. Alegría por una vida bien vivida, por un camino completado, por una vida resucitada en Jesús. Celebrar esto en tiempo de Pascua tiene más sentido si cabe. La vida no termina, se transforma y es abrazada para siempre en Dios.

Todos tenemos todavía en el corazón las palabras que tantas veces nos dirigió el papa Francisco: “No os olvidéis de rezar por mí”. Esta tarde queremos hacerlo con cariño y amor profundo para acompañarlo en su Pascua.

Os invitamos a meditar juntos algunos de los textos que nos regaló el papa Francisco y a que participéis con vuestro silencio, vuestra voz y vuestro canto en esta oración.

SOMOS UN PUEBLO QUE CAMINA

Y JUNTOS CAMINANDO

PODREMOS ALCANZAR

OTRA CIUDAD QUE NO SE ACABA

SIN PENAS NI TRISTEZAS

CIUDAD DE ETERNIDAD.

 

Somos un pueblo que camina

que marcha por el mundo

buscando otra ciudad.

Somos errantes peregrinos

en busca de un destino

destino de unidad.

Siempre seremos caminantes

pues sólo caminando

podremos alcanzar

otra ciudad que no se acaba

sin penas ni tristezas

ciudad de eternidad.

 1. LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO

1.1. Texto (Evangelii gaudium)

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.

Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos.

Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!

1.2. Oración

Gracias, Señor, por las palabras del papa Francisco, que reavivan en nosotros el deseo de amarte, de seguirte y de vivir desde la Alegría de tu Evangelio. Gracias porque su misma persona era el testimonio vivo de quien ha encontrado el tesoro de la Alegría en Jesús.

1.3. Canción: “La bondad del Señor”

LA BONDAD Y EL AMOR DEL SEÑOR

DURAN POR SIEMPRE, DURAN POR SIEMPRE (2)

Alabemos al Señor nos inunda con su amor.

Da la paz al corazón nos inunda con su amor.


2. LA GRACIA DE LA ESPERANZA

            2.1. Texto (Profetas de esperanza)

Entre las muchas preguntas que se ha planteado el hombre a lo largo de la historia, una más que todas ha encontrado siempre una respuesta incierta, pero que puede permitir afrontar el evento del cual nace la pregunta primordial, es decir, la vida más allá de la muerte; ¿qué será del hombre después de la muerte? ¿Qué será de mí? Todos somos conscientes de que nadie escapa al misterio de la muerte y que las múltiples interrogantes que surgen de este evento no pueden dejar de involucrar esa virtud que, más que ninguna otra, permite a cada hombre y mujer mirar más allá del límite humano: ¡la esperanza! Porque esperar es vida, es vivir, es dar sentido al camino, es encontrar las razones por las cuales seguir adelante motivando el sentido de nuestra existencia, de nuestro presente, de nuestro ser aquí, ahora.

La esperanza no es un don que se tiene por el solo mérito humano, sino que es una gracia que nace del deseo innato de ser felices. A través de Cristo muerto y resucitado, tal gracia, por la fuerza del Espíritu Santo, se inserta en el corazón de cada hombre y mujer: “este deseo es de origen divino”; Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede satisfacer.

Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Cuál no será preciso que sea mi gracia y la fuerza de mi gracia para que esta pequeña esperanza, vacilante ante el soplo del pecado, temblorosa ante los vientos, agonizante al menor soplo, siga estando viva, se mantenga tan fiel, tan en pie, tan invencible y pura e inmortal e imposible de apagar.

            2.2. Oración

Te damos gracias, Señor, por iluminar nuestro día a día, a pesar de nuestras dudas, por mantener en nuestro corazón la esperanza que nos has regalado y que nos permite seguir adelante.

2.3. Canción: “Nada nos separará”

Nada nos separará,
nada nos separará,
nada nos separará,
del Amor de Dios.


3. LA CASA DE TODOS

            3.1. Texto

«Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».

El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común.

Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo, que participará con nosotros de la plenitud sin fin. Sí, estamos viajando hacia el sábado de la eternidad, hacia la nueva Jerusalén, hacia la casa común del cielo. Jesús nos dice: «Yo hago nuevas todas las cosas». La vida eterna será un asombro compartido, donde cada criatura, luminosamente transformada, ocupará su lugar y tendrá algo para aportar a los pobres definitivamente liberados. Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.

            3.2. Oración

Gracias, Señor, por el papa Francisco, que nos ha ayudado a contemplar la naturaleza y todas las criaturas como hermanas nuestras, a quererlas y a sufrir cuando no se las respeta.

            3.3. Canción: “Loado seas”   

LAUDATO SII, O MI SIGNORE (4).

 

Y por todas las criaturas,

por el sol y por la luna,

por el viento y las estrellas,

por el agua y por el fuego.

 

Por la hermana madre tierra

que nos nutre y nos sostiene,

por los frutos, flores, hierbas,

por los montes y los mares.

 

El sentido de la vida

es cantarte y alabarte;

y que toda nuestra vida

sea siempre una canción.


4. TODOS SOMOS HERMANOS

4.1. Texto (Fratelli tutti)

Echo de menos que hoy por hoy entre todos seamos capaces de crear un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida estando solo. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos». Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos, todos hijos De Dios.

Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras. Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra.

            4.2. Oración

Dios amoroso, Creador de la dignidad y de todo lo que vive, ayúdanos a ser puentes. Ayúdanos a clamar por respeto y valor para todos cuando la sociedad olvida que todos somos hijos de Dios. Para tender un puente, para crear un camino, para que quienes han sido desiguales se unan como uno solo en igualdad, en dignidad humana y en Amor.

            4.3. Canción: “Sigue habiendo tantos pies que lavar”

Sigue habiendo tantos pies que lavar,

sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar,

tantas cadenas que romper,

pan y vino para el pobre quiero ser.

 

Sigue habiendo tantos pies que lavar,

sigue habiendo tanta oscuridad que iluminar,

tantas cadenas que romper,

fortalece, Señor, mi poca fe.


5. RECUPERAR EL CORAZÓN

            5.1. Texto (Dilexit nos)

Es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis; allí donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones. En la sociedad actual el ser humano corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo. Falta corazón.

Si el corazón está devaluado también se devalúa lo que significa hablar desde el corazón, actuar con corazón, madurar y cuidar el corazón. Cuando no se aprecia lo específico del corazón perdemos las respuestas que la sola inteligencia no puede dar, perdemos el encuentro con los demás, perdemos la poesía. Y nos perdemos la historia y nuestras historias, porque la verdadera aventura personal es la que se construye desde el corazón. Al final de la vida contará sólo eso.

Nuestras comunidades sólo desde el corazón lograrán unir sus inteligencias y voluntades diversas y pacificarlas para que el Espíritu nos guíe como red de hermanos, ya que pacificar también es tarea del corazón. El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.

            5.2. Oración

Pidamos al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir, que nos impulsen para que aprendamos a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno.

            5.3. Canción: Ubi Charitas

Ubi Caritas et amor,

Ubi Caritas

Deus ibi est.

 

Donde hay caridad y amor,

donde hay caridad

allí está Dios.



6. PEREGRINOS DE LA ESPERANZA

Video del Papa: “Por los peregrinos de la esperanza”


7. ORACIÓN FINAL

 Dios de infinita misericordia,

confiamos a tu inmensa bondad

a cuantos han dejado este mundo para la eternidad,

donde tú esperas a toda la humanidad,

redimida por la sangre preciosa de Jesucristo,

muerto en rescate por nuestros pecados.

 

No mires, Señor,

tantas pobrezas, miserias y debilidades humanas

con las que nos presentaremos ante el tribunal

para ser juzgados para la felicidad o la condena.

 

Míranos con la mirada piadosa

que nace de la ternura de tu corazón,

y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.

Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno,

donde ya no puede haber arrepentimiento.

 

Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos,

y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental

o no han tenido manera de arrepentirse

ni siquiera al final de su vida.

 

Que nadie tenga el temor de encontrarte

después de la peregrinación terrenal,

en la esperanza de ser acogidos

en los brazos de la infinita misericordia.

 

Que la hermana muerte corporal

nos encuentre vigilantes en la oración

y llenos de todo bien,

recogido en nuestra breve o larga existencia.

 

Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra,

sino que en todo nos sostengas

en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente. Amén.

 

(Papa Francisco)










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